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Tenemos la idea, armamos el plan, definimos el capital que necesitamos, lo conseguimos y creamos el negocio de acuerdo al plan. Parece muy fácil y lineal, pero sabemos que no es tan así.
Muchas veces hemos hablado sobre la importancia de contar con un Plan de Negocios que nos obliga a poner sobre papel, nuestras ideas, nuestro proyecto, conocer los costos, formalizar los números, analizar las etapas y cómo se encararán, los compromisos...
Sabemos también que muchas de nuestras ideas pueden ser realmente buenas, y que muchas otras no soportan ser confrontadas contra el Plan.
No comencemos ningún proyecto sin tener claro los costos iniciales, su análisis exhaustivo permitirá que no nos encontremos con erogaciones no previstas, o que se mantienen en el tiempo y que puedan hacer peligrar el proyecto.
Calcular los costos iniciales puede hacer también, que desechemos una idea, o por el contrario que pensemos alternativas, que hagamos un replanteo del Plan, replanteo que puede consistir por ejemplo, en salir por etapas en el caso que los costos iniciales sean muy altos.
Sí, podemos comenzar más despacio, con menor producción, o con menor cantidad de líneas de productos, pero posicionando la marca de a poco, abriendo canales de venta, ganando clientes y por supuesto testeando los productos.
Comenzar de a poco, nos permite reducir los costos iniciales, y contar con el know how de nuestro negocio, para que los pasos siguientes no sean meras especulaciones, sino por el contrario pasos basados en nuestra experiencia.